DÍAS 22, 23 Y 24 DE JUNIO
Día 22 de junio de 2013. San Francisco.
Primera duda: ¿cogemos un taxi o el coche? El navegador está colgado: se reinicia continuamente pero entre un reinicio y otro da alguna instrucción. Y además ya hemos hecho este trayecto el día que llegamos, Nada, que nos vamos en coche. Y efectivamente, entre la china tartamuda del navegador, el olfato, un mapa y mucha suerte conseguimos aparcar en el mismo parking en el que estuvimos los primeros días.
Hay queremos hacer algo de shopping y después montarnos en un tranvía.
Comenzamos por las tiendas de fotos. Definitivamente no vale la pena comprar ya cámaras de fotos en USA. Los precios mejoran en España y si hay cualquier problema mejor entenderse con un nativo español.
Hacemos algunas compras que teníamos pendiente, las dejamos en el coche y nos vamos al final de la calle Powell para coger un tranvía. Una hora de espera nos garantiza que vamos a ir sentados en el mejor sitio: en el pescante y en primer lugar. El paseo en tranvía es alucinante. Salud y yo nos vamos alternando asiento y pescante para disfrutar de esta forma de viajar.
Por fin llegamos al Fisherman’s Wharf. Es hora de comer y aquello está “petao”de gente. Damos una vuelta y vemos que la gente compra la comida en los puestos y se la come allí en la calle donde puede. ¿Y eso qué es? Calamares fritos y pescado empanado. Esto es lo nuestro. Los calamares un poco bastos pero el pescado estaba bien, algo así como nuestro gallo.
Terminamos las compras y cogemos un taxi al centro, donde tras recoger el coche en el parking, nos vamos al infecto hotel
Preparamos todo el equipaje y nos vamos a dormir tempranito que mañana tenemos que estar en el aeropuerto a las cinco de la mañana.
Día 23-24 de junio de 2013. San Francisco-Madrid-Cádiz
Cinco de la madrugada: tocan diana. Menos mal que el aeropuerto está justo al lado.
Devolvemos el coche y en el monorraíl nos vamos a la terminal internacional. Hacemos el check in sin problemas y nos vamos a pasar el control de seguridad. Un vigilante le dice a Salud que abra la maleta y saca una pequeña bolsa de plástico. ¿Qué es eso? Ni idea... El vigilante lo abre y es un bote de salsa superpicante que hemos comprado para Dario. A pesar de que supera el tamaño máximo permitido, nos los deja pasar y nos comenta...<< oigan, esa salsa es bien picosa >>. Ya veremos lo que dice Dario.
Tomamos un buen desayuno americano en el aeropuerto para enfrentarnos a este duro, largo y aburrido viaje de regreso.
El vuelo a Charlotte, aburrido. Y el de Charlotte a Madrid, peor.
A las siete de la mañana llegamos a Madrid y allí nos espera nuestra hija Ana con el coche.
Vamos a su casa, le damos los regalos, descansamos un poco y sobre las doce nos vamos en coche hacia Cádiz.
Y mañana trabajamos. Bueno...vamos a la oficina. Lo de trabajar ya es otro cantar.
Y que nos quiten lo “bailao”...
Creado por Juan Campllonch