Día 24 de junio de 2006, día de mi santo. Paco García me hace uno de estos regalos que no se olvidan en la vida: una inmersión en las frías pero clarísimas aguas de Tarifa.
El día amanece nublado y con viento de poniente. A las 10 h. quedamos en El Colorao y tras tomarnos unos churros enfilamos los coches hacia Tarifa.
Mariquilla y Paco van ha hacer una inmersión matutina por lo que ambos se van al puerto de Tarifa.
Salud, Isa y yo a la vista de que el tiempo no está bueno nos decidimos por otro deporte de más riesgo: el shopping en Tarifa.
Hacia el mediodía nos dirigimos a Playachica y al poco aparecen Mariquilla y Paco. Comemos en la playa y a los postres Paco comienza a explicarme en qué consiste esto del buceo con botella de aire comprimido. A priori no parece complicado.
Tras las explicaciones vamos a los coches y tengo la primera sorpresa: las botellas pesan un quintal. Me explican que dentro del agua no se nota ese peso.
En la orilla hacemos el primer esfuerzo: ponernos los trajes de neopreno. Tras ello hago una prueba con las pesas de plomo para ver si floto o me hundo con ellas: prueba satisfactoria.
Nos metemos con el agua al cuello y entonces Paco me coloca el chaleco y la botella. Aquello comienza a complicarse: mucho peso, poca movilidad y sobre todo, todo aquello es nuevo para mí. Hago una prueba de inmersión con el regulador ya instalado y aquello no parece tan difícil así que me animo y le digo a Paco que nos adentremos.
A cinco metros de profundidad tengo el primer problema: me entra agua en las gafas y no sé cómo sacarla. Lo intento y se pone peor la cosa. Salgo a superficie y le explico a Paco lo que me pasa. Un reajuste y todo parece arreglado.
Vuelvo a sumergirme y noto como si no me llegara el aire. Además no consigo mantenerme estable en el fondo. Otra vez para arriba. Le digo lo que pasa a Paco y tras comprobar que el equipo funciona correctamente me dice que son los nervios.
Hago otra prueba y nada: según llego al fondo me empiezo a agobiar porque noto como si me faltara aire. Salimos a superficie y Paco me dice que son los nervios. Vamos a aguas menos profundas y tras un breve descanso lo intento nuevamente. Esta vez todo va bien y me animo a seguir. He estado a punto de tirar la toalla. Menos mal que Paco es un buen profesor y además una persona paciente.
Tranquilizado y sin agobios empezamos a hacer el recorrido, Paco a mi lado y Mariquilla de escolta detrás. Todo va perfecto. Empiezo a disfrutar de la experiencia viendo peces, anémonas, estrellas de mar, caracolas etc..., un mundo desconocido para mí desde esa perspectiva.
Mariquilla me enseña una caracola cuya tapa es una de esas conocidas “orejitas” que de pequeño buscábamos en la playa. Paco me va dando explicaciones con gestos de las cosas que vamos viendo. De vez en cuando les hago el gesto de que todo va perfecto.
Ha transcurrido media hora de inmersión cuando Paco mira el manómetro y me dice que volvemos. Poco a poco nos acercamos a la orilla y durante el regreso nos encontramos a algunos submarinistas que se dirigen mar adentro.
Tan pronto hacemos pie la cosa vuelve a complicarse: la botella y el cinturón de plomo se vuelven pesadísimos y me dificultan el movimiento. Una ayuda de Paco para salir de ese trance nos sitúan en la orilla donde Isa y Salud nos esperan.
Tras quitarnos lo equipos nos tomamos un café y unos dulces y comentamos la experiencia. Salud me cuenta que mi hija Ana ha llamado por teléfono mientras estábamos sumergidos y que al enterarse de lo que estábamos haciendo dice que se apunta para la próxima.
Gracias Paco por el regalo y gracias Mariquilla por tu ayuda.
A ver cuando tenemos la próxima.
Created with Web Album Generator